Cuando apagué la luz todo se volvió obscuro, pero tu cara permaneció visible, no surgiendo de la obscuridad sino mezclandose con ella, formaba parte de ella, de su misterio y su belleza. Obscuridad que me invita a encontrar lo que esconde detrás de su impenetrable muro, obscuridad tranquila, obscuridad callada, me sumerjo en ella.
León F. Dozal.
viernes, 5 de marzo de 2010
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